La palabra dipsomanía proviene del griego Dipsa=sed y uavia=locura, lo que comúnmente se conoce como alcoholismo o adicción a bebidas embriagantes, por cierto, conocidas desde la antigüedad, ya que los egipcios conocían el vino y la cerveza, constituyendo en la actualidad uno de los fenómenos sociales más extendido y alarmante por las por las consecuencias que el mismo implica.
Las estadísticas lo relacionan a nivel mundial con casi la mitad de los accidentes de tránsito, 15 a 20 % de lesiones en los centros de trabajo, y cerca del 50 % de los homicidios. Agregado a esto, se vincula el consumo de alcohol en exceso a problemas de salud tanto físicos como mentales.
Los especialistas consideran que hay 2 tipos de dependencia. Una psicológica relacionada con problemas emocionales, y otra física de tipo genético en la que se observa el “síndrome de abstinencia”, y aquí cabe señalar que hay 2 subtipos. Uno continua en que el individuo necesita beber diariamente, y otra en la que existen períodos variables de abstinencia relativamente prolongados, como semanales, por ejemplo, alternados con recaídas.
Esta última es la que se ve en la cultura del venezolano, cuando a pesar de la crisis socioeconómica los fines de semana desde los viernes, podemos observamos en las en las adyacencias de las licorerías, como se reúnen grupos de consumidores violando por cierto disposiciones legales, y esto no lo vemos solo en las ciudades, si no que ya pareciera tradicional en nuestros campos con su secuela de consecuencias.
En este tenor me refiero a los accidentes de tránsito. Antiguamente cuando el transporte se hacía en montura de bestias, el animal por instinto llevaba al embriagado a su casa y solo si se caía de la montura se producía el accidente. Ahora el problema es que nuestros jóvenes campesinos y citadinos utilizan por lo general motos para trasladarse, y lógicamente la incidencia de accidentes se incrementa al manejar bajo embriaguez estos vehículos, que, bajo la ingesta de bebidas alcohólicas, estas inhiben la rapidez de los reflejos.
El resultado es que como en este tipo de vehículo el cuerpo no tiene ninguna protección los politraumatismos son la regla general, y este tipo de lesiones es de difícil, costoso y prolongado tratamiento, llenando las camas de los servicios de traumatología de nuestros menguados hospitales.
Es hora ya que los ministerios de Salud y educación, instrumenten programas de prevención desde la primaria, haciendo énfasis en la secundaria y universidad, a ver si disminuimos esta verdadera epidemia.
Dr. Carlos G. Jaime M.