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Publicado el: 20 septiembre, 2019

LA CARGA EMOCIONAL, EN EL RESENTIMIENTO

Para captar mejor la relación dominante de lo  emocional sobre el cerebro pensante, hay que tener en cuenta la evolución de la especie humana, por lo cual nuestro cerebro es mucho mayor que el de nuestros ancestros más cercanos en la escala evolutiva como son los primates, y en el curso de millones de años el cerebro ha crecido desde los centros de las funciones básicas que regulan el automatismo fisiológico localizados en el tallo cerebral, luego asciende al cerebro emocional denominado sistema límbico en donde además de las emociones regula el aprendizaje y la memoria, conectado con la corteza cerebral en donde asienta el razonamiento.

Esta última estructura ha incrementado las ventajas de la especie humana para sobrevivir por concretar nuevas capacidades y herramientas, por lo que el conocimiento se ha incrementado a lo largo de la historia, y en forma exponencial en la segunda mitad del siglo XX, ha permitido el logro de más inventos y apoyo tecnológico, que en toda la historia de la especie. La conexión de la corteza con el sistema límbico también ha permitido que las emociones básicas (temor, huida o ataque, rabia o atracción sexual), se hayan sofisticado, como por ejemplo la relación materno-paternal, que ha mantenido la conformación de la familia.

El problema que se presenta en las relaciones comunitarias es el RESENTIMIENTO, emoción negativa que produce una rabia sorda contra el sistema o persona(s) que creemos nos impide mejorar nuestra situación personal. A este tipo de personas se les ha denominado RESENTIDO SOCIAL ya que actúan en una forma agresiva responsabilizando al entorno social de su rabia, porque no haber obtenido lo que cree que se merece, pudiendo ser este, un nivel social, un puesto, reconocimiento etc. puesto que  según ellos no se les ha permitido vivir como desean, ya que las circunstancias no les hayan sido propicias para mejorar su estado económico-social, e incluso que sea una víctima ya sea por situaciones familiares o grupales; pero en su fuero interno se siente victimizado, reaccionando como si fuera una condena a sí mismo, por lo que se aprovecha de dicha victimización, y la expresa con ira contra la sociedad en forma agresiva y extremista.

El resentimiento es un sentimiento de aversión y hostilidad contra aquello o aquellos a quien o quienes responsabiliza de haberle causado el “daño”, y este sentimiento en términos de terquedad inmoviliza a la persona impidiéndole salir del círculo, impidiéndole crecer o avanzar en lo emocional. Chávez fue en lo personal un resentido social tal como lo cuenta su historial familiar, y aprovechando este sentimiento supo trasmitirlo a la gran masa de desposeídos, convenciéndoles que su situación era producto de clases pudientes, y gracias a las ingentes cantidades que ingresaron al país por los elevados precios del petróleo, las aprovechó “comprando el favor de la masa” con dádivas, para polarizar el país. Por otra parte, para mantener la lealtad de la fuerza armada, los puso “donde hay” estimulando su corrupción, y así garantizar su sostén.

El resultado está a la vista y no necesita espejuelos, y de tal magnitud ha sido el desastre, que prácticamente él y sus legatarios han acabado con el país, y ahora se mantienen únicamente en el poder, por el sostén que le dan las armas bajo el tutelaje de los cubanos que por 20 años se han mantenido de la teta venezolana.

Cuando cese esta pesadilla la reconstrucción del país va a llevar mucho tiempo que algunos calculan entre dos o tres generaciones, de tal modo que aquellos que han soñado con un retorno mágico a la Venezuela de otrora, es hora que vayan dejando de soñar y disponernos a trabajar sin descanzo. Como decía el llanero Luís Herrera C., “a ponerse las alpargatas, que lo que viene es joropo”. 12-9-19